El temporal


Unos días antes, de madrugada, hubo un temporal en Buenos Aires. Nos despertó el viento, que golpeaba todo con furia y gritaba como los protagonistas de las películas de terror. Desgajó, arrastró, desmanteló ventanas, puertas, techos. Desenterró árboles y les rompió los brazos, que quedaron quebrados, astillados por las calles. Los restos del temporal nos dejaron mudos y tristes. Como en esos sueños en que aparecemos desnudos y vulnerables, y no podemos hacer nada.

El otro temporal llegó después. Esa vez fuimos nosotros los árboles quebrados, las ramas caídas, las casas rotas, la república desmantelada. Fuimos también el lobo que soplaba.

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